Los últimos días del verano, las últimas fiestas y todo lo que las rodea.
Siempre imprescindible el puesto de los churros, iluminado en blanco, rodeado de gente esperando por su pedido y con una inmensa nube de humo que escapaba por un lateral. El olor del aceite hirviendo y el sonido de algún compresor cercano...
Ahora la crisis ha llegado a todas estas cosas, y sólo a veces se ven esas escenas.
Impresionante foto costumbrista de nuestros tiempos, felicidades por tu blog es excelente.
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