Es curioso que años más tarde se sigan repitiendo las mismas escenas. En esos mismos escalones, desgastados y resbaladizos, que conducen a un hórreo de principios del siglo XX, yo jugaba como esos niños, e imaginaba mil historias.
Con el tiempo, veo que otros niños, como yo, siguen subiendo escalones. No puedo decir que yo esté en el alto de la escalera, ni siquiera en el medio. Simplemente sigo en ella.