Siempre han sido una referencia, una imitación refinada de la mujer, unas veces curvilíneos y realistas, otras estilizados hasta extremos insospechados. Los maniquíes forman parte de la moda y de nuestra vida, presentes en los escaparates, anunciando el cambio de temporada, la última tendencia, y a la vez parados en el tiempo, congelados en su gesto inexpresivo.
Desde niña me ha fascinado su belleza intemporal, y estoy convencida de que, de alguna forma, en tanta quietud se encierra el alma de su creador. Una locura como otra cualquiera...
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